Invernadero pionero de agricultura ecologica en Málaga

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Redacción.- Archidona, en la provincia de Málaga, alberga un invernadero que ha sido pionero en el seguimiento de métodos de producción biológicos. Sus hortalizas viajan por toda Europa, hasta a Moscú.

Miguel Gámiz, tras doce años acumulando experiencia en el cultivo bajo plástico, volvió a su tierra y en el pueblo de archidona se asentó para acometer su nueva aventura empresarial. «La tierra es mejor, más llana y hay más agua», explica al diario Sur. En el año 2000, sus 22.000 metros cuadrados de invernadero ya fueron toda una innovación en la comarca norte de Málaga. Pero cuando Gámiz demostró su osadía fue al segundo año de funcionamiento de su explotación, al pasarse al método de cultivo ecológico.

La agricultura ‘bio’ está cada vez más extendida en multitud de cultivos, pero no así en los invernaderos. Estas explotaciones tienen fama de abusar de la química para aumentar la productividad y luchar contra las abundantes plagas que se generan bajo plástico. Así lo confirma el técnico de Asaja Luis Méndez al diario Sur. «El problema de los invernaderos es que el ambiente cálido y húmedo que crean es muy propicio a las plagas. Controlarlas sin recurrir a fitosanitarios sintéticos es muy complicado. Por eso hay tan pocos invernaderos ecológicos», explica.

Pero Miguel Gámiz se dio cuenta de que en Archidona, debido a su clima más frío y a la ausencia de otros invernaderos en los alrededores, la incidencia de las plagas era menor. «Si en Almería daba tres o cuatro tratamientos fitosanitarios a la semana, aquí bastaba con uno al mes», compara. Viendo que la demanda de la agricultura ecológica empezaba a crecer, Gámiz decidió desterrar por completo la química de su explotación y apostar por la llamada ‘lucha biológica’, basada en la utilización de insectos para combatir los parásitos de las plantas.

«Cada plaga tiene su depredador natural, pero la utilización de insecticidas ha provocado un desequilibrio. Ahora se crían esos depredadores en granjas», explica Gámiz. También se utilizan otras ‘armas’ naturales, como el extracto de ajo o de ortiga. «Eso sí, hay que estar más al tanto que en la agricultura convencional porque hay que coger las plagas al inicio», apunta. En lugar de fertilizantes, se utiliza estiércol y abonos biológicos.

Gámiz tuvo éxito en su arriesgada apuesta, y cada año recoge unos 100.000 kilos de tomate cherry y otros tantos de pepino holandés, dos productos muy apreciados en su variedad ecológica. Su invernadero es visitado frecuentemente por agricultores de otras zonas del país que quieren conocer su experiencia.


«El coste de producción es parecido al de la agricultura convencional, pero obtenemos la mitad de cosecha», matiza el agricultor. El precio de los productos compensa esa merma de producción: en el caso de los tomates suele ser entre un 10 y un 20% superior al de mercado y en el de los pepinos puede llegar al doble.
Pero existe otra ventaja: las cosechas están vendidas antes de plantarlas. La alta demanda de las hortalizas ‘bio’ en Europa hace que los distribuidores se aseguren el producto antes de cada campaña. El invernadero de Huertas del Río –que da trabajo a entre cinco y 25 personas, según la época del año– comercializa su producción a través de la cooperativa La Palma, de Granada. Hasta Moscú llegan sus tomates y pepinos, que se reparten también entre Suiza, los países escandinavos e Inglaterra. Además, Gámiz cuenta con 4,5 hectáreas de olivar ecológico en fase de crecimiento.