Cuidar el invernadero

Cuidar el invernadero

En un invernadero tan importante es cuidar los elementos externos y estructurales como mantenerlo de la mejor forma posible en el interior. Dentro del invernadero son necesarias estanterías para las macetas, cajas para semilleros, un termómetro y otros accesorios como calefacción, persianas o ventanillas para favorecer la ventilación.

La calefacción es un lujo que a veces es supérfluo para el buen funcionamiento del invernadero. Sin embargo, puede convertirse en un recurso necesario para un jardinero que quiera cultivar flores fuera de temporada, especies tropicales o plantas débiles. Hay muchas especies que se pueden cultivar en invernadero sin necesidad de calefacción.

En el verano, incluso si vivimos en lugares muy fríos, se puede utilizar un invernadero sin calefacción para cultivar la mayoría de especies que crecen al aire libre en los climas templados, como tomates, pepinos, melones o calabacines. Durante el invierno se puede cultivar lechugas, rábanos, espinacas. Un poco de calefacción de vez en cuando, que puede proporcionar una estufa eléctrica, será suficiente para proteger temporalmente a las plantas durante inviernos muy crudos.


El suelo del invernadero

El suelo del invernadero nunca debe ser el que tiene el jardín. Es mejor recurrir a tierra diferente, más rica en componentes orgánicos y minerales. Éste es el caso ideal, pero a veces no hay más remedio que recurrir al existente. Siempre se puede enriquecer con compost, dependiendo del tipo de planta.

Un suelo artificial de invernadero tendrá que estar compuesto de una parte de turba de musgo y esfagnos, otra de arena gruesa y dos de la mejor tierra del jardín. Si es posible, también podemos echar a la mezcla un cubo de vermiculita o perlita por cada carretilla. Ambos son productos de roca que, aunque no tienen nutrientes, permiten la ventilación del suelo.

Si decidimos plantar hortalizas en el invernadero y cada año las mismas especies, lo mejor es cambiar la tierra, al menos cada dos años, ya que los nutrientes se agotan con facilidad.

Estanterías, bancos en gradas y semilleros

El equipo interior del invernadero está compuesto por estanterías y cajas de semilleros. Uno de los sistemas más efectivos para sacar el máximo rendimiento al invernadero son los bancos. Construir una serie de bancos en forma de gradas permite aprovechar el máximo espacio del habitáculo.

Los bancos tendrán entre 80 y 90 cm de ancho para poder realizar las actividades dentro con comodidad. Lo ideal es poner una hilera en cada lado del invernadero: una en la pared norte y otra en la pared sur (siempre en las paredes más anchas para sacarle el máximo rendimiento). Si el invernadero tiene menos de dos metros de ancho, sólo pondremos una hilera de tres gradas orientada al norte, ya que poner una grada a un lado y otra al otro dificultaría el paso y el trabajo con las plantas.

Para construir los bancos, lo más habitual es recurrir a la madera, aunque los excesos en los riegos pueden pudrirla. Esto se puede solucionar con plásticos que los recubran. Otro plástico tiene que situarse en la grada inferior para evitar que caigan gotas a las plantas de debajo. Las placas de vidrio son resistentes y duraderas, pero caras. Para sujetar los bancos podemos utilizar tubos viejos del gas, que se limpian bien y son fuertes.

Los semilleros se pueden situar en las partes bajas, en los bancos y en los pasillos si hay hueco. Para las cajas de semilleros lo mejor es utilizar compost comercial para el semilleros. Las zonas bajas de los bancos que apenas reciben luz pueden ser el lugar ideal para cultivar champiñones, que no requieren luz y enriquecen el suelo.

Temperatura y ventilación

La temperatura ideal para las plantas son 19º C de día y 7º C por la noche, sobre todo en el caso de un invernadero con gran variedad de especies. Un termómetro es una herramienta imprescindible para controlar los grados centígrados que necesita una planta para crecer y desarrollarse. Tanto si tenemos calefacción como si no, debe existir variación en la temperatura.

El aire nunca debe permanecer estático: invierno podemos recurrir a un ventilador que consiga mantener el aire en movimiento. La ventilación es fundamental en el invernadero: podemos también construir trampillas en las paredes y tejado, que abriremos y cerraremos según las necesidades de las plantas.

Los panales dobles en el invernadero es la mejor opción para mantener el calor de las plantas durante el invierno. Poniendo plástico en el interior del invernadero tendremos un panel adicional que nos servirá como solución temporal. Tener árboles de hoja perenne cerca también protege al invernadero de vientos fuertes y fríos.

En verano también es difícil conservar una temperatura fresca en el interior del invernadero. Algunos jardineros optan por pintar las hojas de vidrio, una capa que se retira naturalmente gracias a las primeras lluvias de septiembre y octubre. Otra opción más cara (o trabajosa si decidimos construirlas nosotros mismos) es utilizar persianas de caña o de plástico para el exterior del invernadero. Este tipo de persianas suelen durar poco ante las inclemencias del tiempo invernal.

Si tenemos el invernadero en un lugar que recibe mucho sol, podremos colocarlo cerca de árboles de hoja caduca, que dan sombra en verano, pero que en invierno, al no tener hojas en sus ramas, permiten que los pocos y débiles rayos de sol lleguen a las plantas.